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Mi Tio El Ranchero (CUARTA PARTE )

 
Post #1


Mi Tio El Ranchero (CUARTA PARTE )CUARTA PARTE El jadeo de mi papá era demasiado fuerte como para que el tío pudiera seguir dormido, que estaba a unos metros. Se oyó su voz ronca, adormilada y asustada:- ¡¿Qué pasó manito?!... ¿estás bien?... ¡a ver!... deja prender la luz (todo alarmado).- ¡No...No...No!... ¡no la prendas!... el niño está dormido. No quiero que lo despiertes. ¡Nomás tuve una pesadilla, hombre!... eso es todo.- ¿Eso es todo?... ¡¿por una pinche pesadilla tanto cabrón escándalo?!- Que sí necio, ya duérmete. Soñé que me caía una auditoria del gobierno. Yo ahorita me recupero y me vuelvo a dormir.- Aaaay manito... ¡cómo traerás la conciencia de sucia!... pero si hasta parecía que te estaban matando... ya ni la amuelas, caray.- ¡Que te duermas, coño!- Tá bueno pues, ya me dormí... que te recuperes pronto.Yo estaba petrificado sobre el pecho de mi papá, sujeto por su brazo para asegurarse de que no me moviera, de que no hiciera ruido; apenas respirando lo suficiente para sobrevivir, y así nos quedamos, estáticos hasta que se dejó oír el siguiente ronquido del tío. Entonces mi papá se relajó y me soltó. Se incorporó, puso sus almohadas en mi lugar para sustituir la mía que estaba en el suelo. Me acomodó en mi sitio. Yo no lograba imaginar qué cara tendría mi papá mientras hacía todo eso. Me daba miedo que estuviera enojado, o decepcionado, no lo sabía porque no hablaba. En la oscuridad buscó la sábana y me cubrió de nuevo. Se acomodó a mi lado, como si me fuera a hacer piojito otra vez, pero no, en cambio, me habló al oído, con esa voz de terciopelo de la que ya me había enamorado:- ¿Cómo te sientes hijo?... ¿estás bien?...- ¿Mmmm?... Sí Pa... estoy muy bien.- Oye hijo... (Me iba a decir algo, pero no lo dejé).- Oye Pa... tú también estate tranquilo. No pasó nada malo. ¿Te acuerdas de que vamos a platicar de esto cuando lleguemos a la casa? (resopló sobre mi espalda riéndose y dijo).- Sí hijo, claro que me acuerdo de eso... pero...- Pa... ¡ya duérmete!... no tengas miedo, no se lo voy a contar a nadie.- Sí... eso me queda claro... ya lo acordamos... pero... ¿tú no quieres eyacular?... o bueno, no sé...- No Pa. Ya me vine tres veces hoy... (what?!!!... ¿yo mismo me delaté?... quise pensar algo inteligente rápido y lo logré)- Hoy... ¡¿qué?!... (Preguntó alarmado).- Que hoy ya me vine 3 veces... pero no se lo cuentes a mi tío que me daría mucha pena.- ¿Mucha pena?... a ver... cuéntame...- Pos nada, que después de que nadamos en el río, yo me quedé muy caliente, y cuando veníamos caminando de regreso, montado en el caballo, me la jalé sin que el tío se diera cuenta. Por eso me daría mucha pena.- Aah... ya entiendo... ¡te excitaste en el río!- Sí Pa, un chorro.- ¿Y tu tío no se dio cuenta?- No Pa... ¿ya nos podemos dormir?- Sí claro hijo, pero acuérdate de que llegando a la casa tenemos que hablar de esto, ¿está bien?- Está bien Pa... buenas noches.- Buenas noches hijo.De ahí en más, lo único que recuerdo fue el fuerte sabor en mi garganta de lo que luego supe que se llamaba "semen" y no "saliva". Yo ya tenía 14 años recién cumplidos, pero nada de "semen", siempre le decía "leche", o "mocos".La noche terminó con el ruido subyugante de los grillos, el cuerpo de mi papá junto a mí, como protegiéndome y una desconocida sensación de paz y alegría. Con los años supe que eso se llamaba "Felicidad".A la mañana siguiente, como era de esperarse, desperté solo en la cama y solo en la casa... ¡pero!... lo curioso fue que desperté con mi short y la camiseta puestos. ¿Qué había pasado ahí? Luego me enteré, pero queda claro que no tengo que explicarlo.Me levanté y fui al baño a hacer lo propio y a cepillarme los dientes, pero mientras estaba en eso, no pude menos que recordar lo sucedido el día anterior. ¡Era demasiada información!... difícil procesarla como quien recuerda una película o una fiesta. Fue demasiado lo de mi tío y... ¡lo de mi papá!, que por inesperado tuvo mayor peso, pero había algo clavado en mi mente: el beso que tenía que devolverle a mi tío. Me daba miedo y me daba emoción, no sabía qué hacer o pensar, pero fue inútil, porque mi tío pensó por mí. Lo único que me quedaba claro, era que me había gustado un chingo el sabor del semen. Aun cepillándome los dientes, podía sentir en mi nariz el olor de "la salvia" de mi papá. Salí a la cocina y descubrí un suculento desayuno ya servido. Desayuné otra vez como náufrago y tuve que regresar al baño. Saliendo me vestí, me puse las botas que me había comprado mi papá para la ocasión y fui al corral donde estaban ordeñando las vacas. Me subí a la cerca de metal y concreto a observar todo.Yo no sabía que el corral hubiera crecido tanto y tanto, mucho menos que hubiera tantos empleados, y mucho menos que hubiera tantas vacas.Busqué a mi papá pero no lo encontré por ninguna parte. Sólo vi empleados, vacas y becerros. Me senté junto al depósito de leche y, por si no lo sabe quien me lee, se acostumbraba entonces a poner el depósito de leche cerca de los becerros, por alguna razón que desconozco, pero lo que a mí me resultó obvio, es que también era el centro de acopio y distribución de moscas... pero bueno, no me importó. Me puse a jugar con los becerros pequeños, cuando sonó una voz muy familiar para mí: "¡¿Quióbo cabroncito?!... ¡hasta que por fin te amaneció el día...huevón!". Levanté la cabeza y lo vi venir cargando una cubeta llena de leche (leche real =) espumeante y con su ropa de carácter, es decir: con botas de hule negro, pantalones caqui ajustados y una camisa igual a la que llevaba cuando fuimos al río. Se le veía muy contento. Se le veía muy cachondo, la verdad, y tan cachondo se le veía, que con cegadora claridad pude ver que el bulto ajustado entre sus piernas empezó a crecer... ¡genial!Llegó, vació la leche que traía (la de la vaca, no la suya) aventó la cubeta y me guiña un ojo diciéndome en voz baja: "Espérame tantito, ahorita nos vamos". Sólo asentí con la cabeza y con una sonrisa. Increíble o no, yo ya andaba otra vez caliente, nomás de verle crecer el bulto en el pantalón.Caminó hacia el centro del corral y le gritó al mayoral: "¡Esteban!... ¡ahí te encargo todo!... vamos a darle de comer a los caballos... si ves que no regreso, agarra la camioneta y ve a entregar la leche... ¡¿me entendiste?!". Oí una voz que le contestó.Regresó, me dio un golpe en el hombro y me dice: "¡Vámonos mijo!... que se nos acaba el día". ¿Que se acababa el día?, ¡pero si acababa de empezar! Ok, obedecí. Nos subimos ahora al jeep y fuimos hasta el pesebre de los caballos, mismo que estaba muy lejos del corral de ordeña. Ya en el camino me dice:- ¿Qué pues mijo?... ¡cómo amaneció! (con su sonrisa cínica clásica. Yo me reí)- Dormido y de lado, tío. ¿Y usted?- Pos muy caliente, la mera verdad. Después de lo de ayer en el río, me quedé... ¡más caliente que un comal en fogón! (Siguió conduciendo el jeep y sin decir nada, atrapó mi mano y la puso sobre su entrepierna, y mi mano se topó con algo muuuy duro, algo ya reconocible para mí y me dice) ¡Mire nomás cómo me trae cabrón escuincle!... ¡esto se tiene que solucionar ahorita mismo! (y volvió a soltar su risotada sarcástica... cínica... que era lo que me subyugaba de él).- ¡¿Ahorita Tío?!... pero... ¡¡¡¿Y MI PAPÁ?!!!- Olvídese de su papá, que se fue a recorrer solito las cercas del lado norte y eso queda muy lejos, tenemos tiempo."¿Tenemos tiempo?", pensé. Entendí que ya se avecinaba el pago del beso.- Oiga mijo: ¿no oyó usted anoche al cabrón de su papá con el escándalo que se traía?- ¿Mi papá?... ¿escándalo?... no entiendo tío.- ¡Sí hombre!... quezque tenía una pesadilla y se despertó todo ahogado, como si no pudiera respirar.- Mm... No tío, no lo oí.- ¡¿Seguro mijo?!- Seguro Tío. No lo oí. ¿Por qué?... ¿qué le pasó a mi papá?Se quedó callado un rato. Por la cara que puso, yo retiré mi mano de su entrepierna y me dice con una gran risa: "¡Épale Pelao!... no me quite la mano de ahí porque se me baja". Así que la volví a poner, pero no a regañadientes, lo hice contento. Lo hice contento y muuuuuy caliente otra vez.- Oiga mijo... lo que pasa es que yo juraría que anoche su apá hizo cosas raras, como que se la estaba jalando... no sé... algo así...- ¡¿Mi papaaaaaá?!... uuy no tío, imposible, conmigo a un ladito, no creo que se hubiera atrevido.- ¿No?- No tío, nomás no. Pos si le digo que para mí fue mucho que me dejara bañarme con él, primero, y luego que me dejara dormir en cueros con él. ¡Imposible!- Aaaah... Tá bueno pues...Llegamos a los pesebres, mismos que yo pensaba pequeños, como para un caballo o dos, pero no, era enorme, mucho más grande que la casa en la que dormíamos. Antes de bajarse del jeep, me dice el tío: "Espérame tantito... vete bajando. Nomás déjame deshacerme de estos cabrones". Se paró a medio pesebre reacomodándose el bulto, como escondiéndolo, algo gritó y aparecieron dos empleados sólo en pantalones y botas, uno de ellos muy peludo, duro y muy guapo. Les dijo que mi papá andaba por el lado norte, revisando las cercas y que tal vez los iba a necesitar, que "nosotros" nos encargábamos de darle de comer a los caballos, que ellos agarraran dos de los caballos jodidos y se fueran. Así lo hicieron, pero lo que me llamó mucho la atención, fue que el peludo guapo, en cuanto terminó de oír las órdenes de mi tío, me volteó a ver a mí, sonrió con mucha malicia y dijo mientras se ponía el sombrero sin dejar de verme: "Sí patrón... ya entendimos... vamos a ir a ayudar al patrón grande y nos vamos a tardar un buen rato... no se preocupe.".Yo necesité una explicación para eso. ¿Qué tan frecuentemente llevaba mi tío a chavitos para comérselos?... ¿por qué adivinó tan rápido el peludo lo que íbamos a hacer? Eran buenas preguntas para hacerle a mi tío, pero las obvié.Mi tío estaba dándoles instrucciones. El peludo ya montado en su caballo, me echó otra mirada, levantó su sombrero como despidiéndose de mí y lo peor: ¡me guiñó un ojo! ¿Qué estaba pasando ahí?Bueno, se fueron y lo siguiente fue revisar la comida de los caballos. En realidad sólo faltaban los dos sementales. Les pusimos la pastura y mi tío se echó para atrás el sombrero.- ¡Listo!... ya acabamos (y me volteó a ver con malicia) ¿y usted cabrón?... ¿ya está listo?- Pos sí... pero... ¿dónde?- Venga. Sígame.Empezó a caminar hacia una montaña de pacas de pastura y comenzó a escalar. Yo hice igual, atrás de él. Y al llegar al tope y unos metros hacia el fondo llegando a la pared, había instalado una especie de escondite en forma de hoyo. Había una lámpara de baterías, ropa colgada de un clavo, algunas revistas y hasta zapatos había.- ¿Y esto tío?- Ah... es el escondite de los caballerangos. Aquí se vienen a hacer sus cochinadas (me guiñó el ojo con cinismo)- ¿A poco aquí traen viejas a coger?- ¡¿Quién dijo que con viejas?!- ¿No?- ¡Ni madres de viejas! Ese peludito apestoso ese que viste ahorita, se trae en chinga a casi todos los empleado del rancho. ¡Le encanta chupar verga al cabrón!- Ah...- Y hablando de chupadas de vergas... ¿qué prefiere mijo? ¿Quiere que me le encuere todo otra vez?, ¿o así nomás me la saco pa que me dé mi beso?La verdad es que no pude contestar, tenía el cuerpo lleno de miedo, ansiedad porque nos pudieran descubrir, pero también lleno de lascivia por lo que representaba estar en ese lugar especialmente hecho para eso. Le contesté que no sabía. Me vio la cara de miedo y me dice: "¡Venga pa?cá cabrón!... usted me debe un beso y me lo va a pagar. Venga, acaríciemela tantito". Y rápido me acerqué y le puse la mano encima del pantalón ya levantado otra vez. "De veras que la tienes grandota tío". No contestó nada, nomás se me quedó viendo a los ojos con una lascivia aún más grande que la mía. Después se retiró tantito para desabotonarse el pantalón y como hablando solo, dice: "Si la mía se te hace grande, espérate a ver la de Jacinto, el peludo que se acaba de ir". ¿Era eso una promesa de que se la vería? No entramos en detalles porque ya se había bajado los pantalones hasta que se atoraron en las botas, se abrió la camisa y me dice: "¡Órale mijo!... no se haga pendejo... que esta chingadera ya está hirviendo. Y de paso te vas a enterar a qué huele un hombre caliente". Su verga parada apuntaba hacia un lado.Mi boca y mi garganta estaban secas. Me costaba trabajo respirar. Pero no me amilané. Me acerqué y al verla de cerca, volví a caer hipnotizado por el espectáculo del paquete de mi tío. La tomé con una mano y enseguida retraje el prepucio hasta el tope, lo que efectivamente me brindó la oportunidad de percibir por primera vez el olor de un hombre caliente. Se parecía mucho al olor que mi verga tenía a veces, pero este era mucho más intenso y no me desagradó. A penas la había tocado, dice el tío: "Aaaay cabroncito, tienes magia en las manos... nomás con tocarme ya me quiero venir... ¡mira nomás cómo me tienes!".Estuve acariciándolo un buen rato. El beso se me había olvidado. La sensación era por completo diferente al la del río, pues ahora estaba seco. Aproveché para sentir sus huevos peludos y resultó ser una bolsa pesada que ocupó toda mi mano. Me pidió que se los apretara y obedecí. Gimió como mula cargada. Así estuvimos mucho tiempo, pasando de sus huevos a la verga y viceversa, hasta que me dice en voz baja: "A ver cabrón, encuérate tú también... hay que hacer la cosa pareja". Me daba miedo desnudarme ahí, donde podrían sorprendernos, pero obedecí y quedé igual que él: el pantalón hasta las botas, la camisa abierta y el corazón queriéndoseme salir del pecho. Y de pronto los planes cambiaron un poco, porque sin decir nada, se tiró al suelo para hincarse, me atrapó por la cadera y me jaló hacia su boca abierta. Por un momento vino a mi mente la imagen de los becerros abriendo el hocico para atrapar la teta de vaca y así lo hizo con mi verga. ¡¡¡ Otra vez de regreso al mundo de éxtasis!!! Impulsivamente atrapé su cabeza con ambas manos para descubrir que sus orejas también estaban muy calientes. Pronto empezó a jalarme al mismo tiempo que movía su cabeza hacia adelante y hacia atrás. ¿El tío se había olvidado del beso? Luego hizo algo nuevo para mí: empezó a lamer mi panza hasta llegar a mis tetillas y las empezó a succionar, pero no soporté la sensación, demasiado intensa, así que lo empujé para que dejara de hacerlo. Y pregunta: "¿Qué?... ah sí, su beso, a ver, siéntese en esas pacas para que le quede a la altura del hocico y no batalle mucho mijo". Caminé como pude con las piernas atrapadas por el pantalón y me senté. Él ya estaba instalado moviendo su verga en bamboleo, avanzó en pequeños pasos, atrapó mi cabeza con una mano y dice: "A ver cabrón... abra la buchaca". Apoyé mis manos en sus mulsos velludos y abrí.No había condición física que permitiera que aquello pudiera entrar completo en mi boca, y mucho menos en la forma brusca que él lo quiso hacer. Me retiré, volteé hacia arriba para verlo y le dije que mejor me dejara que yo lo hiciera. "¡Órale pues mijo!... aquí al cliente lo que pida" y apoyó las manos en la cadera con su sonrisa cínica. La atrapé con la mano, le di unos cuantos jalones al prepucio, y finalmente me animé a chupar su glande. Nomás oí: "Aaaaaay... que rico". Estuve chupando y ensalivando su glande un buen rato hasta que me volví a animar y la metí un poco más. Poco a poco se me fue distendiendo la boca hasta que pude meterla hasta mi garganta pero fue demasiado. No supe qué fue, pero la de mi papá no me había ocasionado impulso de vómito y ésta sí. Me retiré por completo y le dije que mejor no, que ya me había arrepentido. "¡¿Cómo hijos de la chingada no?!... si yo a usted se la chupé hasta que se vino en mi boca. ¡Ándele!... vuélvale a hacer". Y la volví a meter a mi boca mientras me masturbaba, pero la verdad es que no pude, era demasiado grande. Me volví a retirar para ser terminante esta vez y suspender la maniobra. En realidad yo quería que él me la chupara a mí, pero no alcancé ni a protestar, porque se oyeron los gritos de alguien llamándolo desde el pie de la montaña de pacas. Y dice mi tío: "¡¡¡Me lleva la chingada!!!...es el cabrón de Jacinto... a ver mijo, vístase rápido y aquí espéreme".¿Salvado por la campana?... no lo supe, yo no quería mamársela pero tampoco quería que la cosa terminara así. Pero menos aún quería que Jacinto se diera cuenta o adivinara de lo que estábamos haciendo. Ambos nos terminamos de vestir rápido y el tío comenzó a bajar por donde subimos. Y eso de que lo esperara ahí, ni pensarlo. Rodeé "le escondite" y comencé a descender por la parte lateral de la montaña. Desde donde estaban no había manera de que me vieran, y el ruido es casi imperceptible. Bajé, le di la vuelta a la caballeriza y volví a entrar por la puerta grande. Entonces vi a mi tío bajando otra vez, con cara de desconcierto y al verme a lo lejos, me gritó que fuera para allá.El peludo guapo mal encarado, tenía el sombrero echado para atrás, los brazos cruzados y las piernas muy abiertas. Esperaba una resolución de parte del tío. Y como si ahí no hubiera pasado nada, me dice el tío: "Mijo, qué bueno que aparece. Su papá quiere que lo alcance porque quiere enseñarme no sé qué chingaderas. Mire mijo, agarre el jeep y lléveselo a la casa, al cabo que ya le entiende bien a la manejada y ahí nos espera. Yo me voy a ir a caballo. Tú Jacinto te quedas aquí porque los caballos no se pueden quedar solos".De ser un cínico pervertido, pasó a ser un solícito y obediente empleado mi tío. Se fue al galope. Como nunca había cruzado palabra con Jacinto, pensé en nomás dar la media vuelta y largarme, pero por supuesto, teniendo muy en mente la curiosidad por la verga de ese hombre, pero ni hablar, ahí no había nada que mi mente pudiera maquinar para poderla ver... ¿nada?...Sin más, me la di la vuelta y enfilé mis pasos hacia el jeep, pero se dejó oír la voz grave de Jacinto:- Oiga Patrón Chico... ¿a poco se va a ir sin ver el potrillo nuevo de "La Canela"? (me volteé emocionado)- ¿Ya parió la canela?- Ya Patroncito, ya va para dos semanas que parió.- ¿A verlo?, ¿dónde lo tienen?- Acá ?están los dos, venga.Se dio la vuelta y lo seguí hasta el fondo, pasando por un lado de la montaña. Él iba adelante de mí, callado. Y sí, efectivamente apestaba, así que no me le acerqué mucho. En el trayecto, se quitó la camisa y la dejó colgada en algún palo. WOW... ¡qué espalda!... total contraste con su pecho pues no tenía un solo vello. Siguió caminando y llegamos. El pesebre de La Canela estaba en esquina y él se acercó por un lado y yo rodeé la esquina para pararme del otro lado, por dos razones: Una, no quería volverlo a oler, y Dos, quería verlo de frente.Estuvimos un rato contemplando el potrillo, estaba hermoso. Le hice varias preguntas pertinentes y él me contestaba lacónico, pero con esa mirada torva que no dejaba de inquietarme. Se hizo un rato de silencio y como a propósito, el potrillo comenzó a orinar. Yo lo vi con ternura, pero la ternura se disipó rapidísimo porque el tal Jacinto dice, al mismo tiempo que empieza a bajarse el cierre: "Pos es que de ver dan ganas Patroncito" y se sacó la verga y se dispuso a orinar. "¿A poco a usted no le dan ganas de orinar cuando alguien más orina por ahí?". Levanté los hombros y algo le contesté. Mis ojos me habían vuelto a traicionar porque estaban adheridos a una manguera oscura y flácida de fácil 20 centímetros. Lo curioso es que no estaba orinando, por el contrario, se dio cuenta de que no podía quitarle los ojos, y se acomodó, es decir, se hizo un poco para atrás para que pudiera verlo bien de cerca a cerca y le dio unas sacudidas. Mi boca habló por voluntad propia:- ¡Pero si ni estás orinando!- Ahí va... ahí va... ¿usted no tiene ganas?- No... Horita no...- Sáquesela patroncito, y va a ver que en cuanto empiece a mear yo, se le va a antojar a usted.Por alguna razón que pueda explicar, hice lo recomendado, pero yo saqué una rígida regla apuntando hacia arriba. Se hizo el silencio. Yo viendo la suya y él viendo la mía, en completo silencio. Al verme, comenzó a sacudirla con cadencia y rápido se le empezó a parar. Siguió y siguió hasta que se vio armado con un instrumento de entre 25 y 30 Cms. Avanzó un poco hasta que pudo recargarla sobre uno de los palos y comenzó a mover la cadera como cogiéndose la cerca. No me quitaba los ojos de encima, ni yo a él. Y como ya estábamos en el entendido de la excitación exhibida, se metió la mano a la boca y la sacó repleta de saliva, la embarró en su verga y se empezó a masturbar lentamente.Mi excitación era demasiada, pero la imagen de mi padre de pronto vino a mi mente y decidí dar por terminado aquello, además, ya se la había visto, que era mi objetivo. Le dije:- No. Nada salió. Como tú no orinaste a mí no me dieron ganas. Ya con eso (y me la metí al pantalón)- No patroncito... espérese. Dicen por ahí que chupándole se pueden sacar los orines (me reí)- Eso no es cierto.- A ver... vamos probando... déjeme que se los saque patroncito... (Sin dejar de masturbarse despacio).Me quedé inmóvil, tentado diabólicamente por ese tipo que estaba hecho un adonis, pero lo pensé dos veces y le dije que no gracias. Salí corriendo ya sin mirar para atrás, me trepé al jeep y lo llevé hasta la casa. Apagué el motor y me recosté en el asiento, tratando de recuperar la respiración. Tratando de recuperar la cordura y sobretodo, que me dejaran de arder los cachetes y las orejas. Y tanto me fui relajando, que me adormilé ahí en el jeep. Corría un aire fresco y no había moscas.Yo estaba totalmente perturbado por la excitación y el domingo apenas comenzaba.NO HAY QUINTO MALO!!!!CONTINÚA?????
05-31-2021, at 08:00 AM
Alýntý
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