Mete-saca

METE-SACAMuchos hombres piensan que el sexo consiste en penetrar a una chica, moverse rápido e introducirla lo más profundamente posible, intentando durar lo máximo posible. Esto es lo que yo llamo la técnica del ?mete-saca?.¿Qué problema tiene el ?mete-saca?? En primer lugar, considera que todo el placer sexual se debe exclusivamente en torno a la penetración, lo cual no es ni remotamente cierto, pues excitar los cuerpos es algo tremendamente importante a la hora de alcanzar nuevas cotas de placer, algo que se puede lograr excitando tanto la mente como otras muchas partes del cuerpo. En segundo lugar, piensa que la velocidad y la profundidad son lo más importante, como si se tratara de una carrera, cuando lo cierto es que la variación de posturas y la alternancia en los ritmos ayuda a sentir el placer de forma diferentes, y por lo tanto hace que una sesión de sexo sea mucho mejor.Obviamente cada mujer es diferente, y yo no pretendo ni mucho menos ser un modelo universal, pero quiero compartir con vosotros una de mis sesiones con mi novio para que os planteéis que hay otras muchas maneras de disfrutar más allá del ?mete-saca?.Los padres de mi chico suelen marcharse los fines de semana, lo que nos deja la casa solo para nosotros. Eso no quiere decir que nos quedemos encerrados, al contrario, salimos con los amigos y vamos a algún pub o a alguna discoteca, según lo que nos pida el cuerpo. Obviamente ambos nos tenemos ganas, pero en lugar de quedarnos encerrados en la casa preferimos salir e ir excitándonos con pequeñas cosas: un beso en el cuello, una caricia en el muslo cuando nadie mira, un mordisco en el lóbulo... Eso hace que cuando lleguemos a su casa, ya de mad**gada, estemos bastante excitados. (ADVERTENCIA: ¡Cuidado con el alcohol! Una copa o dos pueden dar un puntito agradable, pero más pueden hacer que lleguen tan destrozado que no quieras hacer otra cosa salvo dormir).Hace un par de semanas, cuando llegamos a su cuarto, me sorprendió ver que había puesto unas velitas aromáticas, algunas baladas heavies y tenía sobre la cama un tarro de aceite de romero, que por si no lo sabéis ya os digo que es excelente para dar masajes. ¡Era mi recompensa por haberle estado cuidando el fin de semana que estuvo acatarrado!Los masajes con Víctor son agradables y sin prisas, lo cual puede parecer una delicia, pero en cierto modo son un sufrimiento, porque siento sus manos agarrando mi cuerpo desnudo y me excito muchísimo. En ocasiones, cuando acaba con un lado de mi cuerpo, por ejemplo la espalda, se tumba desnudo sobre mi y puedo sentir perfectamente su excitación contra mis nalgas. Me besa el cuello y la cabeza, me da besitos en la cara y noto su respiración sobre mi, también su calor y el agradable roce de su cuerpo contra mi cuerpo lleno de aceite. A veces no puedo resistirme y me pongo a mover el culete, a lo que el responde moviéndose también, aunque en el fondo eso no alivia demasiado la excitación, antes al contrario... ¡acabamos más calientes!La mejor parte es cuando el masaje se retoma, solo que en la parte delantera. Los pies son un punto débil, y que me los toquen el chico adecuado me excita mucho. Los muslos son una gozada. Los pechos, aunque me duelen si me los agarran con fuerza, dan un gran placer si los acarician con convicción. El masaje acaba centrado en mi clítoris, aunque a esa altura ya no es un masaje, sobre todo cuando le agarro la cabeza y le obligo a usar la lengua. La lengua es, con diferencia, la mejor forma de masturbar a una chica: húmedo, suave y capaz de muchos movimientos diferentes.Cuando Víctor me penetra, debemos de llevar tres cuartos de hora con el masaje (bueno, y con las pausas para besos, caricias y demás). A esas alturas yo estoy tan húmeda que entra de manera rápida, y él hace un comentario sobre lo fácil que es entrar en mí, lo cual hace que me excite aún más. Al principio me penetra muy despacio, mientras sigue acariciando/masajeando mis pechos, y reconozco que ahí me intento quedar quieta para disfrutar de su ritmo. El muy malvado no llega hasta el fondo ni se mueve rápido, lo cual me lleva hasta los cielos de la excitación aunque me impide correrme. Es como un placer largo, tan largo y prolongado que llegado un momento no se puede aguantar más. Víctor aumenta el ritmo y yo me muevo sin darme ni siquiera cuenta, hasta que termino.Después de un orgasmo necesito algo de tiempo. Olas de placer recorren mi cuerpo, sobre todo si me dejan el pene dentro, y si a eso se suman algunos besos, pues simplemente me encuentro como en una nube. Una vez me recupero, me gusta demostrar que lo he pasado bien y, mientras me termino de recuperar, se la cojo a Víctor y se la chupo. Aquí tengo que haceros dos confesiones. La primera es que me gusta cuando la cabeza del pene del chico se pone completamente roja. Me gusta chuparla, pasarle un dedo, apretarla con los labios... lo que sea con tal de que adquiera ese color, que yo siempre he asociado con la excitación y la dureza del miembro. Por otro lado, su pene está lleno de mis jugos vaginales. Al principio no me gustaba chuparla con ellos, porque era un sabor extraño, ¡pero ahora me excita de una forma extraña y un poco bizarra! Es una forma de saber que él ha estado dentro de mí, y no siento nada asqueroso al probarlo, al contrario, es un sabor que me recuerda lo bien que me lo ha hecho pasar.Aunque Víctor me pide en ocasiones que se la chupe hasta que se corra, lo normal es que me pare porque desea volver a penetrarme. A esas alturas yo también estoy loca por que vuelva a hacerlo, pero hay un cambio de postura, dependiendo de lo que nos apetezca en cada momento. Esta vez que os cuento yo sentía muchas ganas de cabalgar sobre él, así que me puse encima y me moví como si me fuera la vida en ello. Esta postura no le gusta demasiado a Víctor, porque pierde sensibilidad, pero tiene la ventaja de que yo disfruto mucho con ella y él rara vez se corre así, por lo que en la práctica es una forma de hacer que nuestra sesión se prolongue.Tras mi orgasmo, nuevamente besos y caricias, aunque esta vez muy suaves: él estaba demasiado excitado como para arriesgarnos a otro encuentro con mi boca, mientras que yo me sentía tan excitada y sensible que el solo roce sobre mi clítoris resultaba doloroso. Pero eso no fue impedimento, nos besamos el cuerpo, los culetes, nos enroscamos en unos besos tremendos y finalmente él volvió a estar sobre mí, moviéndose de manera furiosa mientras que yo misma le abrazaba y me movía a mi propio ritmo. Esta es la parte en la que me da pena de los vecinos, porque yo me largo a gritar y él a decirme cosas que se le van ocurriendo, generalmente ?Córrete para mí? o ?Me pones a mil?, cosas tontas pero que a ese nivel de excitación hacen maravillas (tampoco le voy a pedir que haga rima en esos momentos). Generalmente él acaba antes que yo, pero se queda dentro y yo empiezo a moverme para tener mi último orgasmo antes de que se le pase la erección.Luego descansamos el uno junto al otro, y yo me suelo quedar dormida escuchando el latir de su corazón y sintiendo sus dedos paseando sobre mi piel.