Dominada

DominadaAl levantarme abrí el cajón para coger unas bragas limpias. Entonces vi el papel. Era el juego que habíamos inventado Pedro y yo para mandarnos mensajes eróticos. Desdoblé el papel despacio: ?Quiero follarte el culo?. Un escalofrío me recorrió la espalda. No puedo decir que no lo supiera, sabía de sobra que era algo que estaba deseando hace tiempo, sin embargo a mí me producía una mezcla de rechazo y de excitación pensarlo. Así, con esa frase en mi cabeza me arreglé y me fui a trabajar, con un punto de morbo en mi interior.Aquel día, sin ser muy consciente casi, me vestí más sexy que de costumbre, tacones más altos, falda más corta, escote más generoso. Por la tarde, ya de vuelta a casa recibí un wasap: ?Espérame desnuda, sólo los tacones morados?. El tono imperativo me sublevó, contesté: ?¿A sí, y quien lo manda??, ?Yo. Esta tarde voy a ser tu amo y tú mi esclava?, ?Obedece?. Había algo en ese tono que me resultaba sugerente, atrayente, y como enganchada por una droga me dejé ir. A las 19:30, nuevo mensaje: ?Estoy en el portal, subo?, ?Espérame de rodillas junto a la puerta?. ¿De rodillas, pero este tío de qué va?, pensé?.Y sin embargo, mientras me quitaba la bata de seda morada que me regaló hace tiempo y me ponía los zapatos noté cómo la situación me empezaba a excitar más de lo que hubiese imaginado. Me acerqué a la puerta y me arrodillé. Oí el ascensor, y al momento la llave que giraba. Cerré los ojos y esperé. Se abrió la puerta, silencio un instante y se volvió a cerrar. ?Eres absolutamente perfecta? sonó la voz de Pedro, a la vez que sus manos acariciaban mi cabeza. Mi boca estaba cerca de su entrepierna, su polla estaba tiesa y mis labios la buscaron sugerentemente por encima del pantalón. Suspiró profundamente, me cogió del pelo y echó mi cabeza hacia atrás, ¿te apetece comerme la polla? inquirió con dureza. Tendrás que esperar, no es el momento.Oí un envoltorio romperse y al momento Pedro tapaba mis cerrados ojos con un antifaz, me dijo, no te levantes, ven. Andando a cuatro patas me dirigí pasillo adelante hacia el baño, mientras avanzaba oía los clicks de la cámara de fotos y las exclamaciones en voz queda de Pedro, madre mía, eres increíble, espera un segundo, sigue ?. Todo ese camino me estaba haciendo excitar a tope, note como mi coño estaba completamente humedecido. Me cogió de las manos y me levantó, me hizo entrar en la bañera y abrió el agua, un chorro de agua cayó sobre mi cuerpo, no estaba fría pero sí me hizo encogerme un poco, enchufó a mis tetas, que por el frescor se pusieron más tersas, mis pezones se endurecieron. Dirigió el chorro al coño, me estremecí, abrió a tope y empecé a notar el golpeo del agua con fuerza en el clítoris, gemí levemente. Gírate. Me di la vuelta y el agua empezó a caer por mi espalda, colgó la ducha y sus manos enjabonadas recorrieron mi espalda, despacio, luego mi culo, separó con sus manos mis nalgas dejando ver mi ano. Acercó su dedo pulgar y apretó un poquito, luego más, un poco más hasta que lo metió dentro de mi culo, el jabón hacía las veces de lubricante. Subí los brazos, arqueé mi espalda y le ofrecí mi culo. Más fotos. La ducha se apagó, noté cómo intentaba penetrarme el culo, ¡había quitado la alcachofa a la ducha!. Al instante sentí un chorro fuerte de agua templada entrado dentro de mi culo, inundándome por dentro, un instante, la sacó y el agua cayó a la bañera. Nunca había hecho algo así, era placentero. Lo volvió a repetir un par de veces mientras mi excitación se había hecho más que patente.Sal de ahí, me ordenó, ponte los zapatos que ya estás lista. Me obligó a ponerme de nuevo a cuatro patas y a recorrer el pasillo en dirección al comedor. Seguía oyendo los disparos de la cámara mientras avanzaba. Llegamos al comedor, me cogió de las manos y me levantó, hizo que me recostara sobre la mesa y me ató. El juego me gustaba, pero me estaba inquietando. Le pregunté, por qué me atas. Cállate, es que no te has enterado de que soy tu amo y sólo puedes hablar si te pregunto. Hoy eres mi puta y voy a hacer contigo lo que yo quiera. Sólo la confianza de que no haría nada que me doliese hizo que no me pusiera a gritar como una loca.El primer cachete llegó por sorpresa, luego otro y otro más, no me dolía, no me disgustaba, era una mezcla de placer y de dolor que nunca antes había sentido, siguió dándome azotes, a veces con la mano, a veces con una especie de látigo de varias tiras muy suave, pero que hacía que me escociera ya un poco el culo, que no tenía ni idea de donde había salido. Sentía al rojo vivo mis nalgas, para, llegué a balbucear, me duele, pero no me oyó, porque sus jadeos de a****l extasiado no se lo permitían.Sus manos comenzaron a jugar dentro de mi coño y me penetró con un vibrador, lo sentía enorme, penetrando mis entrañas ardientes, me empecé a excitar más y más aún, gemí y volví a sentir sus manos golpeando mi culo, grité, esta vez de gusto, sigue, cabrón, sigue, el vibrador rozaba mi clítoris y me estaba haciendo tocar el cielo como nunca antes, métemelo más adentro joder. Un dedo aceitoso abrió mi culo y empezó a penetrar en él, sorpresa, pero los orgasmos que empezaban a llegar me impedían decir nada más que quería que siguiera. Entonces apuntó su polla contra mi esfínter y apretó, me agarró con fuerza de las caderas, no me podía mover. Sentí como la cabeza de su polla había entrado en mi culo, gemí, nunca me había follado el culo, me dolía, me dolía mucho, pero me gustaba, no podía decir que no, siguió apretando, noté como su polla me iba traspasando por dentro, poco a poco, me agarré con fuerza a la mesa y me abandoné al conjunto de sensaciones, dolor, placer, excitación, miedo por si me hacía más daño. Oía su respiración y sus jadeos incontrolados, Dios, eres increíble, eres mi puta, te adoro, me encanta follarte el culo, me encanta. Sentía su cuerpo entero sobre mí, su polla, sus huevos, su cadera golpeándome por detrásFueron apenas unos instantes, sacó de golpe su polla cuando se iba a correr con un movimiento brusco, nueva oleada de sensación al hacerlo y sentí su leche caliente salpicando mi culo y mi espalda, mientras él, fuera de sí, gritaba como poseído y caía rendido sobre mí.Así, tumbada sobre la mesa y todavía recibiendo las oleadas de placer de mis múltiples orgasmos pensé que era mi prisionero, que mi cuerpo lo tenía poseído y que podría hacer con él lo que quisiera.