Mis patéticos primeros cuernos.

Mis patéticos primeros cuernos.Por aquel entonces salía con una compañera de clase de la universidad llamada Ana. Ambos estábamos en primero y rondábamos los 20 años. En ese tiempo yo solía hacer mucho deporte, por lo que estaba realmente en forma y, pese a que mido solo 170 cm, solía atraer bastante a las chicas. Pero Ana era especial. Era un poco más bajita que yo, medía 163 cm. Su tez blanca contrastaba con su pelo oscuro, que lucía largo, normalmente recogido con un moño o coleta. Sus ojos marrones eran de un tono verdoso que me encantaba contemplar; tenía una mirada imponente. Su delgadez hacía resaltar sus pechos debajo de los jerséis y de las camisetas. Lo cierto es que estaba muy bien dotada en ese aspecto. Además era una chica con caracter, lo que hacía que me atrajese aún más. Empezamos la relación de una forma normal. Al principio era todo muy bonito y romántico. Pero pronto descubrí que era muy activa sexualmente, cosa que me encantaba. Juntos descubrimos prácticas sexuales nuevas que implementamos enseguida en nuestras rutinas. Sexo oral, anal, juegos de atar e incluso sexo en lugares públicos, eran prácticas habituales para nosotros. De hecho, por aquel entonces ambos vivíamos con nuestros padres. Por suerte, teníamos muchos amigos de la universidad que vivían en pisos de estudiantes. Así que era habitual que cuando salíamos de fiesta, nos acogieran en sus pisos y, mientras el resto "dormía" Ana y yo nos lo montábamos. Cuando follábamos, durante los preliminares solía meterle los dedos. Durante las noches de borrachera era una práctica habitual. Por morbo y curiosidad, con el tiempo fui poco a poco a más. Primero fueron dos dedos, luego tres... Una noche que estaba especialmente cachonda y algo borracha, presioné el tema y llegué a meterle casi el puño entero. Ella se sobresaltó y preguntó qué había hecho. Se lo conte. En aquel momento pensaba que se sobresaltó de dolor o miedo, pero luego descubrí que tuvo el mayor orgasmo que había tenido nunca, al menos conmigo.Siempre he considerado que tengo una polla de tamaño normal, de hecho estoy sobre la media española. Pero descubrí que para Ana no era suficiente. Con el tiempo, mientras follábamos, empezó a decirme cosas como que no notaba mi polla. Lo cual me frustraba mucho y por ello empecé a dedicarle más tiempo a los preliminares, sobretodo comerle el coño, que a la propia penetración.Nuestra pasión se fue enfriando un poco con el paso del tiempo. En una noche de fiesta, salimos con nuestros compañeros de carrera y amigos, a un pub. Yo me fuí con los chichos a lo mío y ella con las chicas. Todo iba normal, entre risas y alcohol. Pasó el rato y me extrañó haber perdido de vista a Ana, pero no le dí más importancia. Cuando empecé a inquietarme, Ana llegó entre sollozos y se me abalanzó. Me abrazaba con fuerza mientras todos nuestros amigos, sobre todo ellas, nos miraban. Decidí sacarla del pub para hablar tranquilamente. Entonces fue cuando me confesó que se había enrollado con un tío de un curso superior. No me lo podía creer. Me cabree tanto que mi primera reacción fue la de irme de allí, pero Ana no me dejó. Se abrazó a mi, mientras lloraba y me pedía perdón. Incluso me suplicó que no la dejara. Cuando me tranquilicé accedí. Le perdoné y fuimos a casa de un amigo donde follamos como locos.Después de aquello nuestra relación se enfrió un poco más. Pero había algo que no podía sacarme de la cabeza. Se había enrollado con un tío en mitad de un pub delante de todos nuestros amigos. Todo el mundo lo sabía y yo me mantuve fiel y le perdoné. Esto, junto al fuerte carácter de Ana, me supuso algunas burlas. Me llamaban calzonazos o manso. Esta situación me creaba una impotencia brutal, pero entonces algo raro pasó. Esa impotencia se convirtió poco a poco en excitación. Todos conocían mi situación y nunca me había sentido tan expuesto.Todo cambió con otra noche de fiesta con nuestros amigos de la universidad. El plan era el de siempre: salir, beber e ir a casa de un amigo donde acabaríamos follando. La noche transcurría con normalidad, pero yo no me sentía muy animado. Perdí de vista un rato a Ana. Seguí con mis amigos hasta que entonces lo vi. Ana estaba hablando con un chico algo mayor, de hecho parecían tontear. Todo ello, bajo la mirada atenta de nuestros amigos. Entonces empezamos a discutir, apartados de la mirada de todos, y terminé descubriendo que ese chico era con quien se había liado previamente. Mi indignación era total. El alcohol y la rabia lo empeoraron todo. Terminamos de mala manera y yo salí de allí con mis amigos.Me empecé a sentir fatal, intenté llamar a Ana desde el móvil, pero no había manera. Solo lo dejaba sonar. Llamaría como unas 20 veces hasta que finalmente apagó el móvil. Mis pulsaciones iban a mil. Llegué al piso de mi amigo con todo el grupo. Me sentía totalmente expuesto. Todos hablaban de Ana y de mi. Estaba seguro que ellos sabían más que yo, hasta que finalmente un amigo se apiadó y me confesó que Ana se había ido con ese chico. No sabía cómo se llamaba o dónde vivía, así que no podía hacer nada. Mi impotencia era absoluta. Mi amigo me dejó dormir en su habitación, solo, mientras mi novia estaba follándose a otro en otra parte. No paraba de darle vueltas, entonces ocurrió algo raro. Me empecé a poner cachondo con toda aquella situación. Por culpa del alcohol ni siquiera fue una buena erección, pero no había estado tan cachondo en mi vida. Empecé a masturbarme pensando en mi novia, follándose a un tío mayor que yo sin saber donde estaba, mientras todos sabían de mis cuernos. No quería manchar las sábanas de mi amigo y no me podía levantar por la borrachera, así que me desnudé, lo más rápido que pude, y me corrí encima de mí mismo. Parte de mi semen impactó en mi cara y la mayoría cayó sobre mi cuerpo. Así, sin más, me quedé dormido, desnudo y cubierto de semen.Al día siguiente desperté deseando que todo hubiese sido un mal sueño, pero el semen de mi cara y abdomen me confirmó que no. Me limpié con unos pañuelos de papel y me vestí para salir con los demás. Algunos hacían como que no había pasado nada, otros no podían evitar su cara de circunstancia. Más tarde, descubrí que una amiga se había asomado a la habitación mientras dormía y me había visto desnudo y cubierto de semen. Así que mi humillación fue total. No podía caer más bajo.Pasó casi un día entero hasta que vi de nuevo a Ana. Nos peleamos fuertemente por todo aquello y, no sé cómo, logró darle la vuelta a la situación. Me confesó lo obvio, se había follado a aquel tío. Mi rabia era absoluta, pero lejos de pedir perdón, me echó la culpa de todo alegando que intentaba controlarla. Su carácter me tenía totalmente dominado, así que terminé suplicando que no me dejara. Cosa de la que se enteró todo el mundo. Así empezó una relación de abuso y sumisión, con exposición pública, que fué escalando en perversión y toxicidad. Fueron buenos tiempos.